
Para Nosfarma el cuidado de los mayores es uno de nuestras preocupaciones esenciales. Por eso hemos creado el “Club Activa”, con el que impulsamos continuamente ofertas de productos y servicios específicos para los mayores y sus cuidadores.
Dentro de estas iniciativas hoy os ofrecemos algunos consejos, propuestos por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, para hacer más sencilla y agradable la vida diaria de nuestros mayores a través de rutinas que mejoren su conducta. También os recomendamos otros artículos relacionados con los mayores:
- Consejos para el sueño y el descanso de nuestros mayores
- El cuidado del mayor en el vestido, movilidad y alimentación
- Estrategias para el cuidado del mayor en su aseo diario
Vamos a estructurar los consejos y diferenciar entre las tareas instrumentales más sencillas y las más complejas.
TAREAS INSTRUMENTALES
En todo momento se debe evitar la sobreprotección y fomentar la realización de estas actividades, aunque en muchos casos la actividad no se realice correctamente. A continuación se muestran algunos ejemplos:
– Cocinar:
Para algunas mujeres el hecho de cocinar ha dado sentido a su trabajo en casa y al cuidado de su familia. Estas emociones han de tenerse en cuenta, y cuando la persona no pueda llevar a cabo correctamente la compleja tarea de cocinar, con todas las actividades que conlleva, bien por una demencia o bien por problemas físicos, se le puede incluir en tareas más básicas, como preparar los utensilios y alimentos a utilizar (recordándoselos, si se da el caso), cortar o pelar los alimentos (si aún puede hacerlo), dar vueltas a la comida (siempre con supervisión en el caso de las demencias), etc. De esta forma, la persona, aunque ya no puede realizar la tarea por sí misma, sí se siente útil y se mantiene ocupada y activa durante el proceso de hacer de comer.
– Tareas domésticas
Al igual que con la comida, se puede hacer partícipe a la persona de tareas domésticas más simples que, aunque no pueda hacerlas correctamente, es mejor fomentar su realización (luego el cuidador terminará de hacerlas correctamente) y de este modo la persona se sigue sintiendo autónoma e “imprescindible” para realizar estas labores. Por ejemplo: doblar la ropa, poner la mesa, barrer, etc.
– Comprar/utilizar dinero
Es importante entender que las personas siempre hemos utilizado dinero y siempre hemos llevado algo encima; teniendo en cuenta esto, para evitar conflictos, sobre todo en las demencias, se puede intentar que la persona siempre lleve algo encima, y que cuando vaya con el cuidador a hacer la compra o a tomar un café, pueda pagar, siempre con la supervisión del cuidador cuando el manejo del dinero ya no se hace correctamente.
TAREAS MUY COMPLEJAS
Por último, en tareas muy complejas y/o que su mala realización pueda llevar a un peligro para las demás personas y para sí mismos, como conducir o encender/apagar el gas. Sí que se ha de intentar que la persona dependiente comprenda (cuando llegue el momento) que ya no puede realizarlas y que las puede realizar otro en su lugar. En las personas con demencia, donde el razonamiento y el recuerdo de lo que les hemos explicado está mermado, se debe intentar desvincular a la persona de esa actividad, es decir, procurar que no vea el coche, no encargarle “recados” en los que tenga que utilizar el coche, etc. Es en estos casos donde la ayuda de la familia, sobre todo de los hijos, es necesaria para conseguir el objetivo y evitar problemas de conducta.
COMUNICACIÓN CON LA PERSONA DEPENDIENTE
La comunicación es uno de los pilares fundamentales de la vida social entre las personas. Sin la capacidad de comunicación sería imposible la vida en grupo y los seres humanos permaneceríamos aislados física y psíquicamente. El principio básico de atención a las personas mayores, y más cuando son dependientes, es el afecto, el respeto y el trato digno. Tratar con dignidad a la persona mayor cuando se le cuida no consiste solo en cubrir las necesidades básicas, sino en conocer sus capacidades, sus necesidades emocionales y sus criterios.
En ocasiones, la comunicación con las personas mayores dependientes se hace más compleja, como es el ejemplo de las personas con demencia, que van sufriendo un paulatino deterioro en las funciones cognitivas y el lenguaje estaría incluido dentro de estas funciones. Uno de los primeros problemas que aparecen es el olvido del significado de algunas palabras, por lo que las elimina de su discurso o las sustituye por otras. Esta sustitución se realiza a veces de forma adecuada empleando un sinónimo o lo que se conoce como “palabras comodín” (cosa, esto, aquello, cacharro, etc.); en cambio, en otras ocasiones utilizan palabras que no concuerdan con lo que se está diciendo, e incluso palabras inventadas, lo que dificulta enormemente la capacidad para comprenderles y puede dar pie a problemas conductuales. Se ha de tener en cuenta que perder la capacidad para comunicarse puede ser uno de los problemas más difíciles y frustrantes que encuentren.
Desde este punto de vista, es importante abordar las pautas comunicativas adecuadas, trabajar la empatía, la relación de ayuda y aprender pautas sencillas de manejo conductual que mejoren la calidad de vida de los familiares y de sus cuidadores.
Pautas comunicativas generales
- Mírele siempre a los ojos, cuando le hable o le escuche.
- Hable siempre lentamente, pronunciando las palabras con claridad.
- Evite hablar con frases largas.
- Indíquele claramente lo que debe hacer.
- Su voz debe ser fácil de reconocer.
- No se canse de repetir las cosas. Intente transmitir sus ideas de la forma más sencilla posible.
- Recuerde que no es un niño.
- No escatime sonrisas, miradas, ni gestos cordiales. Le infundirá confianza y facilitará la difícil tarea de la comunicación.
Pautas generales de comunicación para un manejo adecuado de la conducta
- Acercarse a la persona de frente y lentamente:
A la hora de dirigirse a la persona con demencia lo haremos de frente y despacio, para que nos vea y le dé tiempo a reconocernos, de otro modo puede sentirse amenazado o asustado y reaccionar de forma agresiva.
Para hablar con él, siempre nos situaremos a su altura (si está sentado nos sentaremos frente a él o nos agacharemos de rodillas), de forma que le podamos mirar a los ojos y utilizar el lenguaje no verbal de nuestras expresiones faciales para proporcionarle seguridad y afecto.
- Utilizar un lenguaje sencillo:
Es recomendable utilizar palabras conocidas por el enfermo y mantener un lenguaje repetitivo, es decir, utilizar siempre las mismas palabras para referirnos a los mismos elementos (por ejemplo, si el enfermo siempre ha llamado “alcoba” al dormitorio, pues siempre que nos refiramos a él le nombraremos como “alcoba”).
El motivo de esto es que ya desde las fases iniciales su lenguaje se irá viendo afectado con una pérdida progresiva de vocabulario, por lo que es preferible ayudarle a conservar una determinada cantidad de palabras familiares para él y que le permitan expresarse, aunque sea de forma básica, que tratar de mantener un lenguaje rico con un amplio vocabulario.
- Emplear frases cortas:
Es importante simplificar nuestro discurso, mediante frases cortas, claras y sencillas, pues si empleamos una oración larga o con un lenguaje complicado, el enfermo habrá olvidado el principio antes de que hayamos terminado la frase, y no nos comprenderá. Además, así evita- remos que se agote del esfuerzo que supone tratar de entender frases largas y complicadas que seguramente no va a lograr comprender.
- Hablar despacio y claramente:
Los enfermos de Alzheimer precisan mayor tiempo para percibir e integrar los estímulos, por lo que debemos adaptarnos a su ritmo y no proporcionar más información de la que pueden asimilar.
- Usar un tono de voz bajo:
El tono de voz con el que nos dirigimos al paciente puede ser determinante para facilitar la comunicación o, por el contrario, provocar una posible reacción catastrófica. Un tono de voz bajo proporcionará sensación de calma y permitirá que el enfermo ponga atención en el contenido del discurso. Por el contrario, una voz chillona le hará sentirse incómodo y pensará que estamos enfadados con él.
- Eliminar ruidos de fondo:
Cualquier ruido puede distraer al enfermo y hacer más difícil que escuche lo que le decimos. Por ello es importante bajar el volumen de la televisión o la radio; si hay mucha gente hablando a nuestro alrededor es preferible acompañar al enfermo a un sitio más tranquilo para poder hablar con él y que nos preste toda su atención. Este consejo va ligado al anterior, pues si es preferible dirigirnos al enfermo sin gritar es necesario que no haya ruidos que le distraigan, de modo que nosotros no tengamos que pronunciar más fuerte la voz para que nos oiga.
- Utilizar preguntas sencillas:
Cuando queramos que la persona enferma nos responda a una cuestión, debemos plantearla de forma que requiera una respuesta sencilla: sí/no, o dando las opciones existentes para que elija. Hay que evitar preguntas abiertas que requieran un proceso de pensamiento abstracto y organización de lenguaje muy elaborado.
- Repetir la misma información o pregunta con las mismas palabras:
Cuando debemos repetirle algo al enfermo es conveniente hacerlo de la misma forma, usando las mismas palabras y el mismo tono de voz. De esta manera, con muchísima paciencia, se repetirán las cosas tantas veces como sea necesario para que el enfermo nos entienda.
- Motivarle para que se exprese y ayudarle a hacerlo:
Es de vital importancia incentivar a la persona para que se comunique, por lo que debemos prestar atención tanto al lenguaje verbal como no verbal, el cual en muchos casos será más relevante. Debemos mostrar interés en lo que está diciendo o sintiendo, y si no le entendemos es conveniente hacérselo saber y animarle a que trate de comunicarse también con gestos. Le ayudaremos cuando no encuentre la palabra adecuada ofreciéndole una idea, pero tratando de no corregirle cuando se equivoca (si hemos detectado el error es porque hemos comprendido lo que nos quería decir, que es al fin y al cabo lo importante). Así lo verdaderamente importante es que le entendamos independientemente de que no haya empleado la palabra adecuada, porque nosotros le hemos entendido.
- No hablar por él:
Cuando la persona muestre más dificultad para comunicarse, no debemos caer en el error de hablar nosotros por él, ya que si lo hacemos contribuiremos a que la pérdida del lenguaje sea más rápida. Hay que tratar por todos los medios de evocar las palabras en su mente, ya sea recurriendo a fotos, objetos, etc., para poco a poco ir construyendo la frase que él nos quiere decir.
- No hablar de él como si no estuviera presente:
Es algo muy común a pesar de ser un grandísimo error. Hay tendencia a pensar que el enfermo no “se entera de nada” y, por supuesto, no es así. Puede que no comprenda lo que se está diciendo, pero es casi seguro que percibirá que se está hablando de él, lo que le provocará mucha frustración, vulnerabilidad y desconfianza. Cuando preguntan de qué o de quién se está hablando, no sirve con decirle que se trata de otra persona, pues eso le hará sentirse engañado y pensará que se trata de algo malo sobre él y que no se lo queremos decir.
- Tratar al enfermo con dignidad y respeto, y siempre como un adulto:
No debemos nunca infantilizar al enfermo, comparándolo con un niño y tratándole de forma autoritaria. Es una persona adulta, que ha vivido su vida y que probablemente ha tenido que superar numerosos problemas y dificultades a lo largo de los años, por ello debe tener todo nuestro respeto, y a pesar de que ahora se muestre más vulnerable y necesite muchos cuidados, debemos garantizar siempre la dignidad de la persona por encima de cualquier cosa.
- Ignorar alucinaciones o delirios inofensivos:
Es recomendable no dar importancia a las alucinaciones o delirios que presenta el enfermo cuando estos no sean potencialmente peligrosos. Es un error y no sirve de nada tratar de convencerle de su equivocación; además, tengamos en cuenta que una confrontación puede empeorar la situación. Lo mejor en estos casos es darle la razón para que se muestre confiado y después tratar de desviar su atención hacia otra idea o actividad.
- Recurrir a la comunicación no verbal:
Los enfermos de Alzheimer pueden entender las caricias mejor que las palabras, sosteniéndoles las manos o pasando el brazo alrededor de sus hombros le podemos transmitir nuestro mensaje cuando las palabras ya no le lleguen. Sin embargo, puede haber personas a las que antes de contraer la enfermedad no les gustase que las tocaran, por lo que ahora pueden mostrar rechazo al contacto físico. Por ello es importante tener en cuenta este aspecto. Cuando se utiliza la comunicación no verbal es recomendable expresarse de forma lenta y suave, para no asustarles ni resultar invasivos con nuestro contacto. Es recomendable situarse a su altura para mirarle a los ojos, pues ello le demostrará que le estamos prestando atención. Una sonrisa puede tranquilizarlo y un abrazo o un beso le demostrarán cariño y seguridad.
RELACIONES PERSONALES
Respecto a las relaciones personales de las personas mayores dependientes, es importante intentar mantener el contacto con las amistades, crear nuevos grupos sociales y sobre todo sentir el cariño, afecto y apoyo por parte de la familia. En ocasiones, bien por el deterioro cognitivo de la persona dependiente cuidada o de sus amistades, es complicado mantener las antiguas relaciones, pero sí es posible formar parte de nuevos grupos sociales con intereses y problemas similares. Este tipo de relaciones pueden encontrarse en centros donde se realizan actividades lúdicas, de ejercicio físico, etc.
En las personas que por problemas físicos, funcionales o de otro tipo no pueden salir de casa, pero que conservan la capacidad de relacionarse, el papel de la familia es fundamental para mantener y estimular las relaciones sociales; los nietos son un pilar importante en la autoestima y socialización de los mayores, ayudan, sin saberlo, a estimular jugando, ayudando al abuelo con sus “deberes” o simplemente estando ahí.
Confiamos en que todos estos consejos te ayuden a mejorar la vida de tu ser querido.
Olga García – Farmacéutica titular